A través de grandes desiertos de azafrán, un oasis de ciruela y pachulí huele el camino de incienso.
Los vientos de vainilla susurran en el horizonte. Ciruela pasa. Pachulí. Las palmeras se extienden hacia el cielo, más alta que el incienso, al lado de un monolito de especias y tabaco. Un gran desierto de azafrán, nacido de la arena e imbuido del cielo.