Cuando el inglés Edward Foxhall descubrió Sandalwood en la isla de Pines, en Nueva Caledonia, en 1840, entonces era desconocido en Europa. A finales del siglo XIX, la noble madera picante tenía un bonito pedigrí: llamado "dulces" en sánscrito, o "sandalia" en árabe, se usaba como una pomada preciosa para el cabello y el cuerpo. Remedio contra la ansiedad, todavía se hincha hoy, perfectamente integrado en el humo del incienso asiático.