En la cima de un acantilado soleado, rodeado de mandarinas olorosas, domina la tierra circundante que se desvanece sobre el mar.
Completo y equilibrado, su perfume llena el valle, extendiéndose entre los olivos, viñedos y casas circundantes.
El calor del verano regresó del fruto del invierno, una elegante sobriedad de un perfume atemporal.